Paula Roemer no es la vecina preferida de su barrio en North Seattle. Muchos cuestionan su costumbre de arrojar semillas en el jardín para alimentar a los cuervos, o su tendencia a adoptar animalitos desvalidos. Hace trece años decidió darle hogar a Yofi, un gatito que buscó refugio en su brazos mientras ella vacacionaba en Israel. Y allí transcurrieron apacibles los días de su vida hasta que las fauces impías del cánido del vecino truncaron su existir.
Wallace Gray, el dueño del perro, se declaró culpable en la Corte Municipal de Seattle y asumió toda la responsabilidad por la muerte del gato. Según dicen los documentos de la causa "en parte por mi propia negligencia". Lo que nunca se imaginó era la suma que lo obligarían a abonar. "Es una locura. Lamento que haya perdido al gato, pero no fue algo que pudiera evitar. Los gatos comen pájaros y los perros, gatos".
La Jueza del Condado de Seattle, Barbara Linde, determinó que el acusado deberá pagar a Roemer, una maestra retirada de 71 años, 30.000 dólares por la pérdida del gato, 15.000 por perjuicio emocional, 90 por el costo de la cremación de Yofi, 80 dólares de gastos médicos más intereses y costas. |