Como Ud. sabe, en matemáticas y en geometría, la letra griega Pi (acá va la letra P de la tipografía Symbol, es decir Pi, pero en griego, muchas gracias) es la relación entre la longitud de la circunferencia y su diámetro. Dicho de otro modo: la longitud de la circunferencia dividida por el diámetro de la misma da un número simpático que suena como el canto de un gorrión.
Es por eso que su maestra se desgañitaba intentándole hacer recordar que la fórmula para la longitud de la circunferencia es Pi por radio por dos o, para los amigos, Pi por diámetro. Desgraciadamente para los que buscan que las cosas lleguen a su fin, el número resultante es de los llamados trascendentales. Sus decimales nunca terminan.
En el colegio alcanzaba con usar el 3,14 o el 3,1416 pero para algunas operaciones que requieren precisión se utiliza como Pi un número parecido a 3,141592653589793238462643383279502884197169399375105820974944. Imagínese llevar esta obsesión por Pi a un extremo aún mayor y utilizar, en vez de sesenta decimales como en el ejemplo anterior, 4.200 millones de posiciones de decimales y hacer cuentas con eso. Lleve su imaginación todavía más lejos. Intente entrever el hecho de que en semejante ensalada de números la combinación de siete números de su número de teléfono está ahí, esperando a ser descubierta. Algunos números de teléfono están antes que otros. El número de teléfono de un servidor, por ejemplo, está en la posición 2.772.892 a la derecha del punto decimal.
Ingrese a las inclementes páginas del buscador de teléfonos en la cadena decimal del Pi y descubra su número. Piense que el de Pampita, también está ahí, encerrado en el misterioso sinfín numérico de Pi. Y el de Bill Gates. Y el de Michael Jackson. Y el de Jorge Jacobson. |