Si uno es un ventrílocuo obligadamente está en un dilema: si al terminar un show el artista le sigue hablando a la marioneta se transforma en Norman Bates y si por el contrario la guarda en su "valija-féretro" se transforma en un personaje sádico de Edgar Allan Poe. No hay forma de mantener una relación saludable con un muñeco que -por más inerte que sea- es a la vez socio, compañero de ruta y la criatura con la que más conversamos.
En la mayoría de los casos casi nos es imposible separar a uno y a otro, son en definitiva las dos caras de una misma moneda. Algunas veces hasta parece problemático establecer a ciencia cierta quién es el muñeco, quién el artista y quién la madre (la alusión a Norman Bates no era gratuita, como se pudo observar).
Estas inquietantes parejas de humanos y artificios pueden ser elegantes, extremadamente siniestras, entrañables, o sencillamente escalofriantes.
Sea como fuere, evidentemente esta disciplina genera grandes pasiones. De otro modo no se explicaría que David Copperfield haya comprado a Charlie, la marioneta del rey de la ventriloquía Edgar Bergen por 110.000 dólares. Claro que hay que tomar en consideración que… el hombre es mago. En fin, para los amantes de este arte -si se le puede llamar así a la habilidad de hablar sin que se note mucho- he aquí una galería de los ventrílocuos más raros. |
