Reginald Peterson, de 42 años, ingresó a una sandwichería de Arlington a las 19:45. Ordenó dos emparedados: un 'picante italiano' completo y uno de pechuga de pollo. Cuando descubrió que el primero de ellos no tenía la salsa correspondiente demandó que se la agregaran.
Ni lerdo ni perezoso –y a pesar de que los empleados estaban dispuestos a complacer sus pedidos- llamó a la policía para denunciar la falta de aderezo. A los quince minutos, como el patrullero no llegaba marcó el 911 para quejarse de que tenía una emergencia y los oficiales no se presentaban.
Cuando los agentes finalmente arribaron al lugar intentaron calmar al corpulento trabajador y explicarle el correcto uso de los servicios telefónicos para emergencias. Estos esfuerzos fracasaron y el alterado consumidor fue arrestado por mal uso del 911. Resultó que el hombre tenía antecedentes por robo, desmanes e intoxicación.
Cuando se lo llevaban detenido Peterson ordenó a los oficiales que tiraran los sándwiches a la basura. |