Uno puede entender esta lógica: 1) Uso un filtro de video, un efecto digamos, que deforma la imagen. 2) Me filmo a mí mismo aplicando ese efecto y veo mi rostro retorcido. 3) Me río del resultado.
Hasta ahí es estúpido, pero no alarmante. Sin embargo esto es mucho, mucho más. Al ver la reacción de esta chica que se filma a sí misma utilizando el filtro "remolino" sobre su rostro, uno se pregunta por qué no puede parar de reírse y cuánto va a durar el festejo de esta imbecilidad.
Luego de ver un par de minutos de este clip uno desea que, por favor, esta chica esté drogada. Uno ruega que sus reacciones no provengan de la lucidez de su esquema racional cotidiano. Y, a la vez, a nosotros los espectadores ¿qué nos pasa? ¿Por qué no podemos parar de odiarla? ¿Por qué sentimos que estas imágenes atacan al nervio mismo de la civilización y de todo lo que consideramos bueno?
Puede parecer un hecho intrascendente pero es el sutil encendido de la mecha del fin de los tiempos. Los hombres del futuro reconocerán en este video el punto exacto del nacimiento de la bola de nieve que acabó con Occidente.
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